
Las vivencias de las navidades en Valencia fueron demasiado intensas y no arrancar el primer post de esta nueva etapa con ellas me parecería un equívoco.

Si pude iniciar un viaje casi sin pertenencias personales fue gracias a que durante esos días me desprendí de la gran mayoría, de todo aquello que no necesitase para el trayecto a Londres. Para hacerlo, como dentro de una performance puede introducirse otra, si no supera a la primera en tiempo, se me ocurrió una idea original y divertida para realizar durante una noche. Además reforzaría la performance original.
¿Que hice? Volver a mi casa, a la que estaba, y sigue estando, embargada por el banco pero de la que aún dispongo de llaves, recoger todas mis cosas, meterlas en mi minúsculo coche (imaginad cuantas cosas poseía) y regresar con ellas a Valencia.
Performance Alternativa "El nacimiento de la Solidaridad"
Para empezar con la actuación saqué todo lo que había conseguido meter en el coche. Lo deposité en la acera, una cualquiera de la ciudad. No me acuerdo ni del nombre de la calle, no era lo importante. El espacio si, ya que necesitaba montar la cuna. Sí, habéis leído bien. Una cama cuna. Me la había regalado mi amigo Agustín. A él le molestaba y me la dio unos meses antes en Barcelona. Yo me la traje a la casa de La Ràpita, donde la utilizó mi hija durante los días que pasaron allí el verano pasado y al final acabó desmontada. Abandonada en un rincón.
La intención era armar la cuna, meter todo aquello que no fuese a necesitar en ella y pasear por toda la ciudad hasta la plaza de L'Almoina, donde la dejaría para que todo el que quisiese se llevase lo que le gustase o necesitase.

Más adelante también explicaré alguna anécdota de la noche, con robo incluido, para señalar la abstracción delirante en la que me sumergí, y que me permitió crear algo tan especial a la vez de burdo y poco talentoso.
La cuna.

No disponía de muchas herramientas, pero al cabo de un rato ya estaba montada. A mí lo del mueble me viene de familia, así que no incidiré en si fue más o menos costoso. El hacerlo solo si que es un handicap al que me enfrento demasiadas veces. En este caso no trajo mayor consecuencia que un poco más de tiempo, pero en otras ocasiones me ha impedido llevar el proyecto a su finalización. Pero eso es tema para otro post, sigamos con la noche.
El alumbramiento

"Solidaritat", compañero fotográfico de muchos otros objetos esos días, aparece como por arte de magia, indefenso y solitario.
Solidaritat.

No todos los que participaron escribieron sobre solidaridad, ya que algunos confunden que es eso. Pero en conjunto lograron una buena mezcla de interesante lectura.
En definitiva, que allí estaba solidaritat. Reposando en una cuna regalada por alguien que ya no la necesitaba. Yo la había podido montar gracias a que disponía de mi tiempo. Y así quedó preparada para volver a la vida, a ser útil de nuevo.
La selección
Entre las que guardaría iba a distinguir las que no me pertenecían, que las devolví posteriormente a sus dueños, y las que siendo mías las podía llevar a Londres o las dejaría en otro lugar a buen recaudo.
No tiene ningún sentido desprenderse de un prototipo que puede serte útil en un futuro. Y mucho menos cuando ese objeto lo han realizado alumnos de una taller-escuela en Benicarló. Todo el cariño que la gente ha puesto en esos proyectos no debe acabar en un contenedor. Separé en un principio el servilletero cargador y los devuelve notas electrónicos como iniciativas prioritarias. Los guardé en la "maleta de las ideas", junto al libro "el vendedor de tiempo", una interesante historia sobre un tipo que es capaz de encontrar la manera de con el tiempo de los demás conseguir el suyo propio. Ideas para conseguir tiempo, y como el tiempo es dinero, me dejó una maleta llena de ideas para conseguir dinero. Habré de ir a buscarlo cuando lo necesite, pensé.
Y hasta aquí llegó la primera fase de la separación por destino. Ya tenía lo importante guardado. Mi mente, lo único de lo que no me puede despojar ningún gobierno ni persona sin perjudicar mi integridad física, ya estaba lista para la siguiente etapa. Iba a consistir en apartar aquello necesario para viajar. Únicamente lo imprescindible, y dejar todo el resto para el disfrute de los interesados.
Los visitantes
Si estás en medio de la calle, haciendo extravagancias, con todo un montón de cosas desparramadas por el suelo, es normal que llames la atención. Recuerdo a varios transeúntes, preocupados por lo que hacía, pero en especial me referiré a tres de ellos. La cuna, como se puede ver en las imágenes, era bastante atractiva. Eso hizo que varias personas se interesasen por ella. En particular una señorita que intentó quedársela, a lo que por supuesto me negué. Le comuniqué con mucha amabilidad mi intención de regalarla, sí, pero al día siguiente, indicándole el lugar donde lo iba a realizar, y dándole por supuesto preferencia si iba a buscarla.
Por la cara que puso al marcharse supe immediatamente que no estaba en sus intenciones durante el día siguiente trasladarse a ningún lugar para obtener algo que únicamente quería si lo conseguía al pie de su casa.
De otra persona recuerdo especialmente el haberle regalado la camisa que más me gustaba, de todas las que estaba escogiendo para mi maleta. La cuna no la podía dar porque iba a ser el transporte de las demás pertenencias, pero con la ropa ese problema no existía. Dar lo que te sobra es fácil, pero cuando miró mi camisa supe que no iba a acompañarme en mi viaje a través del canal. Él, viendo que era una buena prenda no se atrevía a hacerme caso cuando le decía que tranquilo, que se la podía quedar. Pero tras varios intentos de devolverla, al final asintió y se la llevó.

Por supuesto al acabar la noche no estaban para poder revisar ninguna de las dos cosas, ni el disco duro extraible, ni ... bueno, ni. Pero cuando analizo como me sentí al ver como ante un acto de generosidad la gente puede actuar no puedo si no empatizar. Ves a un loco que te enseña 20 euros y un móvil, te deja allí solo ¿y no te lo llevas?. El loco eres tú. Había vuelto al rato, y otra vez un poco más tarde. A por algo que se le había olvidado supongo. Aparte de empatizar, con un estudio más profundo me gustaría apuntar que todo aquel que no protege lo que quiere no lo debe estimar tanto. Mi amigo, y espero que a estas alturas también vuestro, si se lo pudo llevar fue por mi falta de aprecio a lo material y al dinero. Tampoco las fotos que habían en el teléfono eran importantes para el montaje final de la performance, ni 20 euros la solución a mis problemas económicos.
Lo importante fue que no cambió mi estado de ánimo. Y seguí preparando las cosas para donarlas. Los sucesos de tu vida mientras estas siendo solidario no pueden afectar a tu percepción de la solidaridad en si misma. Si te pasan cosas malas por ser solidario no puedes culpabilizar el gesto y a partir de ese momento dejar de serlo. Eso ya no es solidaridad, llámalo de otra forma, pero si juegas a la solidaridad por el "Karma" que le pueda aportar a tu vida mal vamos. Me decepcionó la actitud del tipo y me enfadé conmigo mismo al principio, pero como he explicado, tras el análisis de la causa y encontrarla en mí, dejé de pensar en eso y proseguí metiendo más cosas en la cuna. Mientras lo hacía recordaba un cuento del libro "Solidaritat", que narraba justamente algo parecido. Un personaje, acoge a un indigente en su casa y le consigue trabajo. No quiero hacer un "spoiler" del libro, por lo que no contaré el final, pero si me lo recuerda mi encuentro nocturno con la indignidad ante la generosidad, os lo podréis imaginar.
La performance fotográfica
No quiero ser pesado contando todas las fotografías y que quise transmitir. Indicaré eso sí algunas claves.
- La solidaridad creció y se hizo adolescente. Espero que la veamos llegar a la madurez, pero seguramente no en mi generación.
- La naturaleza tal vez participe de la solidaridad con nosotros.
- La solidaridad nos protege bajo su calidez.
- Es la medicina que necesitamos para curar muchas dolencias de la sociedad
- Primero se ha de vaciar la mente para poder meter nuevas ideas.
- Lo que no nos pueden robar debe ser aquello en lo que basemos nuestra economía.
- El futuro viene de la mano de nuevas maneras de fabricar los artículos que necesitemos. Y de nuevos materiales.
- Una nueva dirección debe olvidar antiguos traumas.
- Quien soy, como soy y mi camino hasta aquí.
- El poder y sus manipulaciones.
- Reciclaje y futuro.
- La fragilidad de la solidaridad.

Con todo ya recogido, vuelto a meter en el coche lo necesario y en el improvisado carro todo lo donable inicié mi marcha.



No llegué allí con ella. Por la mañana temprano me encontré a Manu. Estaba levantándose tras haberse cobijado del frío en un Bankia. Comenzamos a hablar, y le ofrecí la ropa que llevaba en la maleta. Cogió un jersey. Le gustó. Después se probó unos pantalones. Le venían grandes. Mi talla, una 48, no la ocupaba su menudo cuerpo. Él fue quién me indicó donde podía donar la maleta mejor que en la calle, y me llevo a un centro de día. Allí conocí a Carmen. Os puedo prometer que tras el breve encuentro con esa persona agradecí a mi amigo del este todos los acontecimientos que me habían hecho llegar a aquel lugar. Carmen, voluntaria en un centro de acogida diurna es de las personas que hacen que valga la pena luchar con ellas. Y no quiero alargarlo más, que se sale de la performance para adentrarse en el libro.
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