martes, 1 de julio de 2014

Dos que comparten un camino indeseado se cruzan en el mío

A veces, por mucho que nos desviemos del camino, un momento nos devuelve a la senda que nos habiamos marcado en un principio. Por diferentes motivos lo hemos perdido como objetivo principal. Pero ahí está la vida para darte un bofetón y decirte a gritos, ya que las insinuaciones anteriores no las habias visto o decidiste no hacerles caso, que el verdadero destino es inamovible.
Durante mi visita a Valencia el problema de la calle y sus forzados habitantes estaba permanente en mi mente. Pero en la búsqueda de la solución personal a mis problemas, estos les habían pasado por encima. Y ¡zas en toda la boca!. Burgos, maravillosa ciudad, albergue durante siglos de peregrinos y viajantes, me trajo de vuelta, para ver como puede convertirse una pequeña discusión familiar en un problema social.


Después de 20 años están acabando los trabajos de restauración de la catedral. Un final necesita un inicio.
foto vía: http://aranitacampena.blogspot.com.es/

A las personas que encontré anoche, que no difieren de las anteriores paradas que he realizado, para compartir lo poco que me queda en la vida, más que en mi situación o actitud y atención, la crisis las está proyectando a actoras de reparto de la mundanidad española. Hubiera dicho que burgalesa, pero por lo que me comentaron no piden únicamente en las calles de esta ciudad.
La sociedad que a la diferencia le impone su mirada. La actitud libertaria que se confude con transgresión. La incapacidad de gestionar una familia, a la que me sumo como bien saben los que me puedan seguir. La intolerancia a los diferentes comportamientos que las personas puedan tener en su intimidad, incluso por parte de familiares.
Supongo que los orígenes de su situación son más complicados. En unas pocas horas no se puede llegar a entender como se acaba durmiendo en un coche, o teniendo que mantener un perro con la voluntad de los viandantes. Porque aunque en mi caso haya realizado cualquiera de esas acciones, la mentalidad que primaba era la de que la voluntad de hacerlo estaba por encima de las incomodidades. Pero siempre era un medio, un mecanismo para hacer algo diferente y llegar a cumplir un objetivo. El dormir en un coche no supone mayor problema que un pequeño dolor de espalda al día siguiente. Pero si ese siguiente se alarga, el dolor se convierte en permanente. Al final, como durante otras paradas he escuchado, el coche desaparece, y solo queda la calle. Lo que parece refugio seguro se convierte en el inicio del viaje a la marginación total. Ya no te puedes esconder en tu coraza metálica. En ese momento espero que la calzada separada de sus cuerpo por restos de cajas, donde los seres pudientes embalan los bienes del consumismo voraz,  no les transmita más frío que el calor de sus cuerpos unidos en un amoroso abrazo pueda contrarestar.

Yo por mi parte seguiré mi andadura hacia mi presentación comercial, pero esperando que por mucho que mi situación se complique, nunca llegue a ser como la que cualquier calle mayor de cualquier pequeña ciudad te puede mostrar.

Burgos es patrimonio de la humanidad. Foto vía : http://burgosconecta.es